Colosenses 1:27 A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,
Promesa para hoy
domingo
Solo Queda Mirar al Cielo
Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro?… ¡Qué palabras las de David! ¿Cuáles habrán sido las circunstancias en las que se encontraba para soltar esta expresión? Tal vez no distintas a las tuyas o las mías.
No han sido pocos los desiertos que tuve que atravesar, y aun cuando piensas que ya llega tu Canaán a veces te das cuenta que era sólo un espejismo y que todavía tienes que continuar. Al principio la decepción te quiere vencer, y esos son los momentos donde la pregunta surge desde lo profundo del ser… ¿De dónde vendrá mi socorro?
Momentos angustiantes de persecución vivía David, una y otra vez; primero por un rey celoso e ingrato, luego por un hijo hambriento de poder, en los dos casos externos e internos los dos buscaron su muerte, ninguno se conformaba con gobierno, o riquezas, buscaban su muerte, mientras viviera no estarían seguros. ¿Cuál era la causa?
En ninguno de los dos casos el hombre natural podría hacer nada: En el primero no tenía gobierno y en el segundo lo había perdido. ¿Por qué lo querían muerto? Porque mientras él viviera EL PACTO ESTARÍA VIGENTE. Lo que no entendían era que el que había hecho el PACTO no era un simple hombre, era el Dios eterno, y todas sus acciones que parecían estar a punto de lograr su cometido, ese mismo Dios las utilizaba para seguir formando y mejorando al hombre con el que había entablado su pacto.
Y estas acciones, estas preguntas del alma que su hombre se hacía, no eran otra cosa que el crisol eterno donde su humanidad se deshacía para confundirse con la nueva criatura formada a imagen y semejanza del creador, para exclamar al fin: MI SOCORRO VIENE DEL SEÑOR, QUE HIZO LOS CIELOS Y LA TIERRA, es decir el creador de todo ¡TAMBIÉN ME HIZO A MI!
Él me llamó, Él me sostendrá y me librará de todos mis enemigos.
No te aflijas DIOS TIENE MEMORIA y ÉL NO SE OLVIDARÁ DE TI, solo confía y espera en su salvación. ÉL… ¡ÉL VENDRÁ!
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